sábado, 12 de marzo de 2011

Mañana en la batalla piensa en mi.

-Mañana en la batalla piensa en mi, por favor-me dijo Loella.
-Lo haré, te lo prometo- contesté.
Tocaron las campanas de la iglesia a modo de aviso para que todos nos dirigiéramos hacia el camión que nos llevaría al campamento.
Si no hubiera guerra no tendría que abandonar mi pueblo, mi familia y sobre todo a Loella.
Me dirigí al camión y me senté en un asiento que estaba al fondo, al lado de un hombre, bastante mayor, con barba y una cicatriz que le cruzaba la cara de lado a lado pero tenía unos ojos preciosos, eran verdes pero muy claros. Me dio un poco de miedo. Me miró y se rió.
-¿Te asusta mi cara?- me preguntó.
-No, es que me he quedado sorprendido con esa cicatriz de la cara.
-Me la hice mientras defendía a mi mujer, cuando unos ladrones asaltaron mi casa e intentaron violarla, no lo consiguieron-soltó una risilla y volvió la cara.
Yo también sería capaz de hacer eso por Loella porque la amo. Haría lo que fuese por esos ojos oscuros, esa sonrisa, ese pelo dorado pero alborotado.
El camión frenó y se abrió la puerta, apareció una mujer.
-Venga, bajaros-transcurrido un tiempo anunció- Soy la enfermera Marta, os ayudaré cuando esteis heridos o enfermos.
A continuación todos bajaron y yo los imité.
El campamento era muy grande, había muchos soldados y muchas armas: espadas, arcos, flechas y docenas de caballos.
Me asignaron la tienda 326, mi compañero era un hombre de unos treinta años, tenía el pelo y los ojos marrones y parecía asustado.
-¿Estás asustado?-le pregunté.
-Si, me da miedo no volver a ver a mi hija y a mi esposa.
-Volverás a verlas créeme-le dije a modo de consuelo.
Coloque todos mis objetos, los pocos que me habían cabido en la mochila que nos dieron para llevar nuestras cosas(las más importantes), en una estantería.
Me recosté en la cama e intenté dormir.
-¡Vamos despertad!
-Pero, ¿qué pasa?- pregunté aun dormido.
-Hay que entrar en combate. me desperté de golpe muy sobresaltado.
Cogí una de las dos espadas y un escudo que nos habían dejado en la puerta de la tienda y me quedé de pie al lado de la puerta esperando a mi compañero.
Anduve hacia el campo de batalla y esperé.
De pronto vi como miles de hombre se dirigían hacia nosotros parecía que estaban poseídos.
-¡Vamos chicos!. Si queréis regresar habrá que cargarse a todos esos- Nos dijo el comandante.
Echamos a correr, hacia aquellos hombres.
Loella, en aquel momento me vino a la cabeza ella, cumplí mi promesa, pensé en ella.
Entonces un hombre, que no era de los míos se dirigió a mi, me abalancé hacia él y le clavé la espada en mitad de la barriga. Se me olvidó cubrirme las espaldas, sentí como algo me atravesaba y volvía a salir, dolía mucho, veía como salí la sangre por mi barriga y un hombre que había detrás me miró y me empujó. En el suelo veía como, compañeros y enemigos, combatían.
La batalla acabó y mi compañero me encontró tirado en el suelo, medio muerto, palideciendo.
-Compañero¿qué te han hecho?-me dijo. Tenía la cara sudorosa y su espada estaba ensangrentada.
-Se me olvidó.....-cada vez que hablaba, sin poder evitarlo, escupía sangre-cubrirme las espaldas y ......
-¿Cómo te llamas?
-Will, ¿para qué quieres saberlo?
-Yo me llamo Fernando, Algún día, cuando mi hija sea mayor, le contaré tu historia.
¿Pero qué historia?. Si había muerto en la guerra y no había hecho nada.
-Oye Fernando-volví a escupir sangre-¿conoces el pueblo de Berna?
-Sí, ¿por qué?
-Quiero que me....hagas un favor.
-¿Cual?
-Quiero que vallas a ese pueblo
-Vale
-Busca a Loella, la reconocerás por su perlo dorado pero alborotado, ojos oscuros y una bonita sonrisa.
-Vale, pero ¿para qué?
-Quiero que le digas que pensé en ella, qué cumplí mi promesa, y que la amo.
-Lo haré
Poco a poco el mundo que había ante mis ojos desapareció.
Firmado: Andrea

martes, 8 de marzo de 2011

El Héroe.

La vida me dio tres oportunidades para ser el héroe de mi hija, pero no sé como lo hice que: ni me di cuenta de que me las había dado, y aunque me hubiera dado cuenta no hubiera sabido aprovecharlas.
La primera oportunidad fue cuando la ingresamos en el hospital por un supuesto dolor de barriga bastante fuerte, que luego resultó ser : que tenía los riñones mal y claro, necesitaba un donante.
Estuvimos buscando donantes pero no daban con ninguno, hasta que mi hermano Ilya se ofreció a hacerse la prueba para ver si era compatible. Lo era, así que le quitaron un riñón a mi hermano y se lo dieron a mi hija. En ese momento me acordé de cuando un médico nos dijo: ''Tu y tu hermano Ilya sois compatibles, si en algún momento necesitas un riñón, por ejemplo, ahí tendréis uno seguro, os digo esto porque me he dado cuenta de que puede que algún día os falle a alguno''.
¿Por qué no le había ofrecido a mi hija mi riñón?, no lo se, puede que fueran los nervios.
La segunda ves fue cuando: tenía que ir a Madrid a una academia de arte, su mayor sueño era ser pintora, yo le prometí que cuando llegara ese día yo la llevaría, pero no. Aquel día coincidió con una entrevista de trabajo muy importante que decidiría si me pasaban a jefe de la empresa o seguía en mi puesto. Lo que hice fue decirle a mi hermano que la llevara, por culpa de esa estupidez, Tatiana, osea mi hija, se pasó un mes sin hablarme, yo la compredía.
Ilya se estaba convirtiendo en su héroe, por decirlo de alguna manera.
Y la tercera y última fue cuando me dijo que la llevara a ver a su cantante favorito, que cantaba en Barcelona. Yo le dije que no podía llevarla porque estaba muy ocupado, y otra vez Ilya fue la solución, cuando terminó de llamarlo para ver si podía llevarla a ella y a su amiga Carla, a lo que el contestó que si, me dijo:
''Sabía que me dirías que no podías, siempre que te he necesitado nunca has estado allí, siempre estaba el tío Ilya, nunca más te pediré nada, olvídame para siempre.''
Cuando me dijo aquello tenía dieciocho años y después del concierto, cuando volvió a casa hizo las maletas, se despidió de su madre, pero de mi no, y se marchó de casa.
Desde aquel momento no sé nada de ella, lo único que sé es que se ha casado y tiene una hija llamada Melissa, lo sé porque Ilya ha asistido a la boda y al bautizo. Ella le dijo a su madre, que no me dijera nada, pero Ilya me lo contó
Firmado: Andrea

lunes, 7 de marzo de 2011

Extraños en un tren.

Yo, Enye Hult, os voy a contar una historia que tuvo lugar hace 25 años. Cuando yo era joven, guapa.....
Mi amiga Lidya y yo habíamos planeado ir el 2 de Junio a visitar a Sergio que vivía en Madrid. Cuando faltaba un día para nuestro viaje fui a la casa de Lidya a dormir, al cruzar la última calle vi un hombre clavándole el cuchillo a una muchacha rubia de unos 16 años más o menos. Al ver aquello me quedé sin aliento y cuando quería alejarme de allí lo más rápido posible le di una patada a una botella de cristal que rompió el silencio que me ocultaba. el hombre se dio media vuelta y me miró con unos ojos claros de color miel, yo empecé a correr hacia la casa de Lidya. Cuando llegué a su casa empecé a golpear la puerta.
-¡Lidya, abre la puerta rápido!, por favor. - grité
Ella abrió la puerta y yo empujé hacia dentro y cerré la puerta con el cerrojo.
-¿Qué te pasa Enye?- me preguntó
-Ahora te lo cuento todo, pero déjame recuperar el aliento.
Luego le conté todo lo que me pasó, ella cogió su bolso y me agarró de la mano.
-Vámonos a comisaría Enye, le tienes que contar todo lo que has visto a la policía.
-¡Tú estas loca!- vociferé.
-Tranquilízate vale. Si no quieres contar eso a la policía no te voy a obligar pero entonces tendrás que olvidarte de todo- me dijo
Al día siguiente, fuimos a la estación de tren. Cuando llegó el tren nos subimos, pero nos extrañó mucho que hubiera solamente un hombre y  nosotras dos. Lidya y yo nos dirigimos hacia nuestro sitio y él al suyo. Pasó una hora cuando me acordé de una cosa importantísima.
-Lidya tenemos que bajarnos del tren- le dije.
-¿Por qué Enye?- me preguntó asustada.
-Porque aquel hombre que subió con nosotras es el asesino y todo esto está planeado.
-Pero... tu sabes que no podemos bajar y faltan 2 horas para llegar a Madrid.
-Ya, lo sé, pero tenemos que hacer lo que sea, ya.
-Vamos a escondernos en el baño hasta la hora de bajarnos- me dijo con una voz temblorosa.
Así que, fuimos al baño.
-Enye, he dejado mi bolso en el asiento, voy a por él.
-Espera que te acompaño- le dije.
-No, no hace falta. Entra al servicio y cuando golpee la puerta 3 veces ya sabes que soy yo ¿vale?.
-Vale, pero no tardes mucho.
Ella se fue y yo entré al baño. Pasaron 15 minutos y Lidya seguía ausente. Así que, decidí ir en busca de ella, porque había tardado demasiado
cuando salí del baño encontré a Lidya muerta con un cuchillo clavado en el corazón. Yo me quedé sin aliento y de repente vi a aquel asesino acercándose a mi.
-Ja, ja , ja. Pobrecilla mi rubia, ¿sabes que me das pena?
-Ah, si y tu a mi asco- conteste con valentia.
Él se acercó a mi furioso y me cogió el cuello. Antes de apuñalarme con el cuchillo, le pegué una patada en los huevos y le clavé una horquilla en el ojo derecho. Esté me soltó y empezó a gritar.
-¡Perra, te voy a matar!¡Odio a las rubias!, sois todas más....
Antes de terminar la frase le golpeé la cabeza con un palo que encontré. Él se cayó al suelo desmayado. Llamé a la policía para que se lo llevaran y así lo hicieron.
A los dos meses de aquel trágico accidente salió en los periódicos que aquel sujeto había sido asesino de todas aquellas rubias que habían muerto. Una parte del artículo me llamó la atención: Después de confesar que las había matado porque odiaba a las rubias, se había matado.
¡Se cortó las venas con sus propias uñas!

Firmado: Ikram.