viernes, 13 de mayo de 2011

Unidas.

Nos dirigíamos hacia el centro comercial de la ciudad para aprovechar las rebajas.
Estábamos en una tienda de ropa, cuando un hombre entró y gritó:
-¡Todos al suelo, esto es un atraco!
A continuación todo el mundo, incluyéndonos a mi amiga y a mi, nos tiramos al suelo, bastante asustados.
-No te preocupes. Se llevará el dinero y se irá - le dije susurrando a Amber.
-Eso espero.
Ya tenía el dinero. Se dirigía a la puerta, cuando de repente se volvió, con la cara roja y gritó:
-Tú, la de la rebeca roja y la que tienes al lado, levantaos. Ha venido la policía y vosotros seréis mis rehenes. ¡Vamos!
Cuando acabó la frase, pensaba que iba a morir. Amber se echó a llorar.
La cogí y la levanté, y fuimos hacia el atracador.
Nos llevó a la trastienda, la cual tenía una puerta para salir por detrás en caso de incendio. Salimos por ella.
Alguien lo estaba esperando en la calle, montado en un coche. Su cómplice.
-¿Qué nos van a hacer? - pregunté asustada.
Me miro y solamente dijo:
-Métete en el coche.
Montamos en el coche y arrancó. Poco a poco nos quedamos dormidas.
Nos despertamos en una habitación pequeña que solo contaba con una cama, en la cual estábamos tendidas Amber y yo.
Había una ventana. Me asomé, no conseguí ver nada, pues era de noche y estaba todo muy oscuro y la habitación estaba muy alta. Un rascacielos.
Amber despertó. Cuando se dio cuenta de dónde estaba empezó a gritar muy asustada
-Shsss, calla. Que no nos escuchen.
Mierda, nos escucharon pues alguien estaba abriendo la puerta.
-Hazla callar o muere.
Cogí a Amber por los hombros y la zarandeé para que se callara pero lo que conseguí fue que gritara más.
-Ya basta, te lo advertí. Apártate ha de morir.
-No por favor, conseguiré que se calle.
Le di una bofetada en la cara, callo de espaldas y se calló, dejo de gritar.
Nuestro secuestrador dio la vuelta y se fue.
Ya entrada la noche vino otro hombre, que conducía el coche. Traía comida, para nosotras. Dejó el plato y una botella de agua en el suelo y se marchó.
-Amber, despierta - despertó, espere a continuar hasta que se despertó del todo - debemos escaparnos y tengo una idea. Me he asomado a la ventana y creo, casi puedo asegurar que podemos montarnos en la cornisa e ir a otra habitación y pedir ayuda. ¿Te atreves?.
-Lo intentaré.
La abracé y ella a mi.
-Bueno, el plan es este. Cuando vengan a por el plato, yo lo esperaré tras la puerta y cuando entre le golpearé con él. Tú cuando caiga al suelo, coge su pistola y rompes el cristal, pues tiene llave. ¿Entendido?
-Entendido.
-Espero que funcione Amber - le dije.
- Y yo Yuli - esbozó una sonrisa.
Así hicieron al día siguiente.
Todo iba bien. Estaban ya alcanzando la ventana de la habitación de al lado cuando escucharon un disparo.
Su secuestrador, un tal Arkan, según había escuchando llamarlo a su compañero.
-Amber, ¿conservas todavía la pistola que le hemos quitado al tipo ese?
-Sí, aquí está - me la entregó.
-Amber, té ve y golpea la ventana, yo intentaré despistarlos ¿vale?
-De acuerdo Yuli.
Cogí la pistola y presioné el gatillo hasta que no quedaron balas. Había fallado todas las balas, todas no, una le había alcanzado la pierna y debía dolerle mucho pues cayó de rodillas en la cornisa.
Aproveché su despiste y le tiré la pistola a la cabeza provocando que cayera al vaco, precipitándose hacia la calle.
-¡Yuli! Ya nos han abierto, vamos entra.
En la casa vivía una anciana que enseguida reconoció que heramos las chicas secuestradas.
los días siguientes pasaron yendo y viniendo de la comisaría a mi casa, para prestar declaración.
Desde ese día Amber y yo estamos más unidas que nunca.
Fin.

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